Constantine, conocida como la «ciudad de los puentes», reúne un patrimonio construido excepcional. Entre sus puentes, se analiza como obra especialmente significativa el de «El Kantara» y sus reconstrucciones históricas: desde el primer puente romano de piedra del año 161, hasta el actual arco de hormigón armado que data de 1951, pasando por la reconstrucción otomana de 1792 y el arco de ingeniería francesa de hierro de 1863. El artículo reúne referencias históricas y documentales de sus diferentes configuraciones. Las sucesivas soluciones ponen de manifiesto la evolución tecnológica de la construcción de puentes, a la vez que muestran su incidencia en la transformación urbana y en la propia identidad de la ciudad.
Constantine, known as the “city of bridges”, has an exceptional built heritage. Among its bridges, is analyzed as particularly significant the historical reconstructions of “El Kantara”: from the first Roman stone bridge, dated 161, up to the current concrete arch built in 1951, through the Ottoman rebuilding of 1792 and the cast iron French bridge of 1863. The article brings together historical and documentary references of its different configurations. Successive solutions reflects the technological evolution of bridges, while showing its impact on urban transformation and in the construction of the city’s identity.
Los puentes son mucho más que obras que salvan un obstáculo. Su significación cultural y su fuerte impacto en la evolución urbana los convierten en construcciones que amplían su función más allá de lo tecnológico para reunir significados y dotar de identidad a los lugares en que se ubican. Tal es el caso, especialmente significativo, de la ciudad de Constantine, en Argelia. La ciudad ocupa un enclave natural estratégico sobre una plataforma rocosa de calizas, rodeada por las gargantas del río Rhumel en el extremo norte y este, y un escarpe vertical en el oeste. Su privilegiada disposición territorial y defensiva ha hecho de ella una de las más antiguas ciudades del Magreb, donde se instalaron fenicios, númidas, romanos, vándalos, árabes, otomanos y franceses. A lo largo de su historia, las diferentes culturas han construido puentes, constituyendo una colección patrimonial excepcional; no en vano, Constantine es conocida como «la ciudad de los puentes»
Para poner en valor su importancia histórica y cultural, así como su relevancia en la evolución de la ciudad, el artículo se centra en su puente más antiguo: el conocido como «El Kantara», de origen romano, que ha sufrido a lo largo de su historia destrucciones y reconstrucciones sucesivas, las cuales permiten seguir el progreso tecnológico, sobre todo en las etapas más significativas en relación a la historia de la construcción de puentes. El presente trabajo localiza y reúne las diferentes referencias bibliográficas de cada una sus reconstrucciones, con el objetivo de trazar una evolución que atiende a sus valores tecnológicos y patrimoniales.
El desarrollo de la ciudad de Constantine ha estado siempre relacionado con los puentes que le dan acceso
El puente de El Kantara es el primero y más antiguo de los accesos a la ciudad sobre el río. Pero no es una estructura aislada; forma parte de un conjunto patrimonial de puentes, que es necesario conocer someramente para situar en su contexto
A lo largo de la brecha de Rhumel, el cauce ha formado varias bóvedas naturales que, a modo de puentes, conectan las márgenes del barranco en ciertos puntos, a unos 50 m de altura. Estos puentes naturales se mantienen desde antaño y conviven con los construidos. Mientras que los primeros son de difícil acceso y no ofrecen continuidad a los caminos, los segundos han permitido la conexión y el crecimiento de la ciudad fuera de sus límites.
Cruzan el cauce varios puentes arco de piedra de épocas diversas. De la mayoría, quedan hoy únicamente sus ruinas en las márgenes del río. Se mantienen en servicio el
Dos puentes colgantes permiten conectar las cotas altas de la ciudad con nuevos accesos: el puente de Sidi M’Sid, de 125 m de luz, a 180 m de altura sobre el Rhumel, construido en 1912
Constantine es la antigua Cirta, capital numidia en el siglo III a. C. Aprovecha su emplazamiento natural defensivo para establecer una ciudad fortificada y comercial, con una posición estratégica en las comunicaciones de la región. Cirta se incorpora al imperio romano con la tercera guerra púnica en el año 112 a. C. Bajo el gobierno del emperador Antonio Pío (138-161), se acomete la construcción de la primera conexión permanente sobre el río.
El primer puente de piedra disponía, según el geógrafo árabe del siglo XII Al Idrisi
La estructura tenía unas dimensiones de más de 50 m de altura y 60 m de longitud; las luces de los arcos principales no alcanzaban los 10 m. Algunos autores establecen analogías entre la composición en niveles y las diferencias en número y dimensiones de los arcos con el Pont du Gard, el acueducto romano del siglo I situado en el sur de Francia
Guy de Mauppassant, en sus
En el año 313, bajo el gobierno del emperador Constantino, se renovó la ciudad, se construyeron nuevos puentes, y cambió el nombre de Cirta por Constantine, en memoria del emperador. En 1185, todos los puentes romanos, a excepción de El Kantara, fueron destruidos. A comienzos del siglo XIV, en 1302, con la ciudad incorporada a Túnez bajo la dinastía de los Hafsidas, el puente El Kantara fue demolido en la contienda de Ibn-el-Amir
A partir del siglo XVI, Constantine queda bajo dominación turca. Entre 1771 y 1792 el Bey Salah, uno de los más célebres gobernantes de la ciudad, impulsó un buen número de obras de urbanización y mezquitas. Confió la reconstrucción del puente romano al constructor balear Bartolomeo. Para llevarla a cabo, se partió de las cimentaciones y ruinas del antiguo puente, y se completó con piedra procedente de las ruinas del antiguo anfiteatro romano. El puente reproduce aproximadamente la configuración del original romano. La nueva reconstrucción reduce el número de arcos, maciza los arquillos del nivel intermedio y reestablece también el sifón que abastece a la ciudad desde Djebel Ouahch.
La reconstrucción turca queda recogida en el testimonio de Charboneau, de 1853
Se evidencian así las similitudes entre la descripción y las imágenes documentales de mediados del XIX: las tomadas en 1856 por John Beasley Greene, fotógrafo y arqueólogo conocido por sus viajes a Egipto y Oriente
El puente, 65 años después de su nueva inauguración, sufrió una tragedia. El 18 de marzo de 1857 se derrumbó al paso de un destacamento de infantería
La reconstrucción francesa del puente de 1863 es la mejor documentada con planos, notas de cálculo y descripciones del proceso constructivo, tanto en publicaciones
La reconstrucción del puente, emprendida por la administración francesa de Ponts et Chaussées en el reinado de Napoleón III, comenzó con la encomienda de 1860, tras la visita a la ciudad del ministro francés para Argelia y las colonias junto con el inspector general de Ponts et Chaussées, y fue encargada al ingeniero Georges Martin.
Tras los estudios preliminares, se optó por una solución formada por dos tramos de acceso de fábrica y otro central, con estructura metálica de arco. «Se compone de dos pilas estribo de fábrica construidas sobre cada una de las márgenes del barranco, y unidas por un arco de fundición de 56 m de luz. Su tablero presenta una anchura entre barandillas de 10 m repartidos entre una calzada de 6 m y dos aceras de 2 m. La estructura metálica está compuesta por cinco arcos de fundición arriostrados por veinticinco celosías, y tímpanos en el plano bajo la calzada. El tablero está formado por vigas de fundición de 2 m de luz entre arcos»
La rasante se elevó más de 10 m para conectar con la nueva rue Nationale y el barrio que lleva su nombre, el Bab El Kantara. En el momento de su construcción y puesta en servicio, la calzada carecía de continuidad con ninguna vía rodada. La rue Nationale se completó en 1968 con intención de atravesar la ciudad vieja y comunicar con la plaza de la Brèche, asegurando así una conexión directa de la ciudad histórica con la futura estación ferroviaria (1870), próxima al puente de El Kantara en la margen exterior, y la carretera de circunvalación de la Corniche
Al igual que sus predecesores, el puente alberga también un sifón para el abastecimiento de agua de la ciudad. Los 56 m de luz permiten que la estructura se apoye directamente en las laderas del barranco, sin cargar sobre la bóveda natural como sus predecesoras
La construcción a dicha altura, con las pronunciadas pendientes del barranco y las dificultades de acceso, se realizó mediante una cimbra de madera suspendida, de cables de hierro (
Además de la detallada descripción del proceso de obra y el cálculo de la cimbra, los cables y demás medios auxiliares recogidos en la publicación de G. Martin
En 1950 uno de los arcos metálicos colapsó
Tras el accidente, se retiraron el tablero y los arcos de hierro y se reconstruyó el vano central, con una estructura de hormigón armado Los viaductos de aproximación de fábrica se mantuvieron. La elección del hormigón armado como material resistente, en lugar de la estructura metálica, respondía a la solución unánime del momento. En la construcción, se aprovecharon las potentes pilas de fábrica de la estructura de 1863, y se mantuvo la directriz de los arcos.
En lugar de los cinco arcos de hierro, se dispusieron tres parejas de arcos de hormigón. Para centrar en la sección de fábrica de las pilas-estribo existente, los mayores empujes horizontales, debidos al incremento de peso de la nueva solución, se completó la coronación de las pilas con unos macizos de hormigón que añadían carga muerta. Un tablero esbelto se apoya sobre pilas próximas de sección en H, hasta empotrarse con el arco en clave.
Durante la reconstrucción, se aprovechó para ensanchar el tablero, tanto la calzada como las aceras, para facilitar el tráfico rodado y la importante afluencia de peatones. Con reparaciones menores, esta estructura de 1951 actualmente sigue en servicio.
La ingeniería del hierro supuso una transformación radical en la historia de la construcción. A su escala, el puente de El Kantara es un ejemplo modesto de la posibilidad de salvar luces mayores y aumentar la cota de la rasante de la plataforma, además de, en su caso, responder su reconstrucción a un plan de transformación urbana
El barrio Bab El Kantara, aún hoy mantiene su nombre en relación al puente que le da acceso.
Su relevancia monumental y simbólica se evidenció desde antiguo con las puertas que daban acceso a la ciudad
El presente artículo recopila, ordena y relaciona documentación dispersa en relación al puente de El Kantara, con objeto de trazar su evolución histórica. Más allá de su relevancia tecnológica, esta construcción mantiene un importante valor cultural e identitario. A ello contribuyen, además, la idea de que constituye la primera comunicación estable de la ciudad sobre el Rhumel, la presencia de las ruinas históricas, la toponimia del lugar y, por supuesto, el constante uso cotidiano de su realidad construida.
Con el presente trabajo se aportan elementos para contribuir, especialmente en la ciudad de Constantine, a recuperar el legado de los puentes antiguos, tanto de los que perduran como de los que se perdieron,