TITULO: “Arquitectura española del exilio”
AUTOR: J. J. Martín Frechilla, C. Sambricio (Eds.)
EDITA: Lampreave. Madrid, 2012.
...Tardamos en saber que casi 50 arquitectos habían marchado y poco o nada supimos de su actividad profesional en los países
de arribo, del mismo modo que tardamos también en saber que supuso la “depuración profesional” para quienes quedaron en lo
que se ha denominado el “exilio interior”, impidiéndoseles ejercer su profesión. Y solo muy tarde supimos de quienes – al
haber luchado en el bando republicano y no haberse titulado en 1936 – se vieron obligados (mientras que otros obtenían sus
títulos presentándose a examen con uniforme y correaje) a reiniciar la carrera y repetir exámenes.
...Así, por ejemplo, Lacasa y Sánchez Arcas fueron olvidados y sus nombres silenciados: y si inexplicablemente Sáenz de la
Calzada apenas se refirió a ellos en su anticipador y meritorio trabajo sobre el exilio de los arquitectos españoles, peor
se entiende que muy recientemente – en un trabajo brillante y bien documentado sobre lo que pudo ser el pabellón de España,
en la Exposición Internacional de Nueva York, celebrada en 1939 – se señalara cómo «Sert, Lacasa y Martí, compartieron influencias
y formación; los dos primeros, en el contexto del GATEPAC catalán y el tercero, en la Generación del 25 madrileña».
...Poco a poco empezamos a conocer la oculta realidad: cierto es que el papel jugado por Lacasa en URSS quedó desfigurado
y perdido del mismo modo que la presencia de Sánchez Arcas se diluyó sin que nadie estudiara su labor antes o después de la
guerra; de Martín Domínguez tuvimos primeras noticias por la polémica que su hijo mantuvo –en las páginas de Nueva Forma–
con Fullaondo, y hubo que esperar al trabajo que sobre Sert publicó Jaume Freixa para informar sobre lo que hasta el momento
casi todos ignorábamos.
Hubo, también, sorpresa cuando el exilado Félix Candela construyó en Madrid la iglesia de Guadalupe, por cuanto aquella arquitectura
(en 1963) ni tenía que ver con el mito de la arquitectura anterior a la guerra ni con los proyectos planteados en los años
treinta por Torroja o por Sánchez del Río. Poco a poco una generación entendió, rompiendo con la inercia existente, la necesidad
de afrontar el estudio del exilio arquitectónico de modo paralelo a cómo se empezaba a estudiar la arquitectura del primer
tercio del siglo: dicho de otro modo, cualquier estudio sobre la arquitectura concebida y construida en España durante la
primera mitad del siglo debía complementarse con el análisis de aquella otra arquitectura española desarrollada por quienes
marcharon al exilio.
… Quienes partieron de España llegaron a países con distintas situaciones políticas y con muy diferentes niveles de cultura
arquitectónica; llegaron con la convicción de que su situación sería provisional y que su retorno coincidiría con el fin de
la Segunda Guerra Mundial, al dar al traste las potencias aliadas al Gobierno de Franco.
...Candela, en México, titulado como Bonet en junio de 1936 (uno en Madrid, el segundo en Barcelona), marchaba con preocupaciones
bien distintas. Alumno (que no discípulo, por cuanto un absurdo choque del estudiante con el profesor distanciaría a ambos)
de un Torroja profesor de la Escuela de Arquitectura, Candela tenía previsto partir a Alemania, en viaje de estudios, la semana
misma en que estalló la contienda. La sublevación impidió su marcha y, alistado en el ejército republicano, trabajó durante
todo el conflicto proyectando fortificaciones.
C. Sambricio |