1. LA RELACIÓN DE NOTRE DAME DE PARÍS Y LA CATEDRAL DE SIGÜENZA
⌅Las
bóvedas sexpartitas constituyen una de las tipologías más
características del gótico temprano europeo. Estas estructuras son
bóvedas de crucería con seis nevios: cuatro diagonales que confluyen en
la clave y otros dos que dividen la bóveda en dos mitades simétricas,
los llamados centrales o de través, y que añaden dos apoyos intermedios a
los cuatro esquineros. Estos abovedamientos se utilizaron durante un
breve periodo de tiempo, fundamentalmente entre los siglos XII y XIII,
como consecuencia de las dificultades asociadas a su construcción (1(1)
Maira Vidal, R. (2018). Abandonment of sexpartite vaults: construction
difficulties and evolution. En I. Wouters, S. Van de Voorde e I. Bertels
(Eds.), Building Knowledge, Constructing Histories Vol. II (879-886). Leiden: CRC Press. Taylor and Francis Group.
).
Para
llevar a cabo la construcción de las bóvedas góticas era necesario
definir la curvatura de sus nervios previamente, que se llevaba a cabo
en la sala de trazas o en otros espacios de la obra, incluso sobre los
muros o los tablones de andamios. Para ello se realizaban las monteas,
los dibujos a escala real de cada nervio, que permitían la comprobación
de las piezas que se iban tallando sobre el dibujo, e incluso de las
cimbras, las estructuras de madera encargadas de soportar su peso
durante el montaje. Las bóvedas sexpartitas se clasifican en cuatro
tipologías distintas dependiendo de la geometría de sus nervios. Las
bóvedas de la Catedral de Notre Dame de París responden a un modelo muy
característico, cuyos nervios centrales forman un semicírculo peraltado
más de dos metros sobre la línea de cornisa de apoyo (2(2)
Maira Vidal, R. (2017). The evolution of the knowledge of geometry in
Early Gothic construction: the development of the sexpartite vault in
Europe. International Journal of Architectural Heritage, vol. 11, 7, 1005-1025. https://doi.org/10.1080/15583058.2017.1332254.
).
Sus nervios diagonales forman también nervios semicirculares, de mayor
tamaño y con sus centros a la altura de la línea de cornisa (figura 1).
Este modelo se extendió especialmente en la zona central y oriental del
antiguo Imperio Carolingio, donde las formas redondeadas de las cúpulas
bizantinas aún contaban con una importante influencia en la
arquitectura medieval. Sin embargo en la región de París no fueron tan
frecuentes, y mucho menos en Gran Bretaña y España. En nuestro país la
bóveda sexpartita se extendió en la mitad norte y central de la
Península, pero solo la Catedral de Sigüenza siguió el modelo geométrico
parisino, siendo un caso peculiar en Castilla.
La tipología de bóveda
sexpartita que se utilizaba de forma más frecuente se diferencia del
modelo parisino por la geometría de su nervio central, en este caso
apuntado y ligeramente peraltado sobre la línea de imposta, del orden de
30 cm. Las dos tipologías restantes son menos habituales, utilizándose
únicamente en algunos casos en Gran Bretaña y España, y en ellas el
cambio se produce en la geometría de los nervios diagonales, apuntados
en una y rebajados en la otra, mientras que el resto de sus nervios son
apuntados (2(2)
Maira Vidal, R. (2017). The evolution of the knowledge of geometry in
Early Gothic construction: the development of the sexpartite vault in
Europe. International Journal of Architectural Heritage, vol. 11, 7, 1005-1025. https://doi.org/10.1080/15583058.2017.1332254.
).
Las bóvedas sexpartitas plantean importantes retos para llevar a cabo su construcción. Cuatro de los paños de plementería presentan formas abocinadas como consecuencia de los dos nervios centrales; se trata de superficies alabeadas de dificil definición y ejecución. Además sus apoyos esquineros son distintos de los centrales, porque reciben un mayor número de nervios, lo que complica las labores de talla de sus dovelas (figura 2). El modelo parisino presenta además diferencias significativas entre sus nervios diagonales y el central, como consecuencia del enorme peralte de éste último, lo que complica el diseño de las cimbras de madera, que apoyan a diferentes alturas sobre la plataforma de trabajo que debe montarse a la altura de la cornisa de apoyo.
Teniendo
en cuenta estas características, la reconstrucción de las bóvedas de la
Catedral de París será sin duda una empresa dificil y delicada. Los
grandes estudios de arquitectura internacionales están planteando ideas
vanguardistas para llevar a cabo la restauración de la catedral
parisina. La mayor parte de las propuestas son descabelladas y no se
basan en el profundo conocimiento del edificio y del funcionamiento de
las estructuras medievales. Su objetivo es llamar la atención entre la
larga lista de ideas propuestas, modificando drásticamente la estructura
superior de la catedral para adaptarla a la estética y los materiales
empleados en pleno siglo XXI. Habrá que confiar en el buen criterio de
los organismos públicos encargados de velar por el patrimonio histórico
francés. La estructura de madera de la cubierta plantea importantes
problemas en su reconstrucción por haberse perdido en su totalidad, sin
embargo sus bóvedas sólo han quedado afectadas parcialmente por el
incendio, lo que requiere su restauración utilizando los materiales y la
forma originales, siguiendo los principios de la construcción medieval.
Las bóvedas que aún permanecen en pie, así como los pormenorizados
levantamientos y estudios sobre su estructura previos al incendio (3(3) Maira Vidal, R. (2021). Geometry and construction of the severies of the vaults in the Cathedral of Notre Dame de Paris. En J. Mascarenhas-Mateus e A. P. Pires (Eds.), History of Construction Cultures, Vol. II (341-348). Leiden: CRC Press. Taylor and Francis Group. DOI: https://doi.org/10.1201/9781003173434.
), permitirán llevar a cabo estos trabajos con precisión.
La reconstrucción de las bóvedas de la Catedral de Sigüenza planteó los mismos problemas estructurales y constructivos a los que se enfrenta ahora el equipo de arquitectos restauradores franceses. Una retrospectiva de estos trabajos nos permite comprobar los medios humanos y materiales necesarios para llevarlos a cabo. Su reconstrucción se realizó de forma satisfactoria, especialmente teniendo en cuenta las carencias propias del momento histórico y la dificultad de construir la bóveda sexpartita de mayor altura de nuestro país, con 27 metros en su clave, y que cubre la mayor luz entre apoyos, nada menos que 11 metros. Sin embargo su estudio pormenorizando también revela discordancias frente a las bóvedas originales, derivadas de la falta de estudios previos y de la carencia de conocimientos en construcción medieval. Merece la pena llamar la atención sobre estos detalles, especialmente ahora que se presenta una situación similar.
2. LA RECONSTRUCCIÓN DE LA CATEDRAL DE SIGÜENZA
⌅La
reconstrucción de Sigüenza comenzó en plena Guerra Civil, en 1937, y
contó con pocos medios, además de la dificultad de encontrarse muy
próxima al frente de batalla. Estos trabajos se prolongaron después de
1939. En plena postguerra no había personal cualificado disponible, por
lo que la ejecución de las cimbras necesarias para las bóvedas, los
trabajos de talla y el montaje de las piezas resultaron muy complicados,
sin embargo el delicado estado de la catedral requería una rápida
respuesta. Los estudios previos necesarios para acometer la
reconstrución no se llevaron a cabo, provocando importantes desacuerdos
entre las bóvedas originales y las reconstruidas. El arquitecto
encargado de la restauración, Leopoldo Torres Balbás, fue apartado de la
obra en 1940 por motivos políticos, dejando a cargo a su aprendiz
Antonio Labrada, un arquitecto joven con poca experiencia (4(4)
Torres Balbás, L. (23 de enero 1941). Escrito de respuesta del
arquitecto Torres Balbás al Oficio de Ministerio de Gobernación con
fecha 8 de Enero de 1941. Archivo General de la Administración (AGA).
).
Algunas zonas de las bóvedas, prácticamente suspendidas en el aire
desafiando las leyes de la gravedad, amenazaban ruina inminente y
planteaban la importante tarea de valorar su estado para decidir si se
demolían o conservaban. En los informes técnicos y los proyectos de
restauración conservados se detalla el estado de ruina y se plantean las
actividades previstas, sin embargo la falta de informes finales una vez
terminada la obra no permite conocer si las zonas más comprometidas
fueron demolidas y reconstruidas en su totalidad o simplemente
consolidadas. El análisis que he realizado permite confirmar cuáles
fueron los criterios de restauración empleados finalmente. En
contraposición a las tesis apoyadas hasta ahora por otros
investigadores, este estudio permite confirmar que la mitad de la bóveda
del presbiterio es original.
3. DAÑOS EN LAS BÓVEDAS DURANTE LA GUERRA CIVIL
⌅La Guerra Civil española trajo consigo la destrucción parcial de la cabecera y crucero de la Catedral de Sigüenza con el hundimiento de la bóveda sexpartita del brazo crucero norte y parte de la sexpartita del presbiterio, además de la bóveda semicircular del ábside y la cuatripartita del crucero central. Los abovedamientos de la nave solo sufrieron perforaciones locales en sus superficies de plementería.
El
arquitecto a cargo de su restauración durante la guerra, Leopoldo
Torres Balbás, llevó a cabo los primeros trabajos de reparación y
definió con precisión los daños sufridos en la fábrica. En un primer
informe en 1937 describió su estado de deterioro después de la Batalla
de Sigüenza (agosto-octubre de 1936): fundamentalmente presentaba
derrumbes parciales en los muros y bóvedas de la nave, la destrucción de
la parte alta de la torre situada en la esquina sureste del crucero
meridional, y la cubierta sobre la bóveda de este brazo del crucero (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
).
En
enero de 1938, mientras se estaba trabajando en su restauración, un
aeroplano de la República dejó caer algunas bombas, provocando el
derrumbe de parte de la bóveda del crucero norte y sus muros (figura 3).
La ruina parcial de este abovedamiento,donde la esquina noroeste de sus
plementerías permanecía en pie a pesar de haber perdido el nervio
diagonal sobre el que se apoyaba, puso nuevamente de manifiesto la
capacidad autoportante de estas superficies, que resultaban ser
perfectamente estables aún habiendo perdido los nervios de apoyo, tal y
como defendían Pol Abraham y Torres Balbás (6(6) Torres Balbás. L. (1939). Las teorías sobre la arquitectura gótica y las bóvedas de ojivas. Las ciencias 4, 223-233.
-7(7) Torres Balbás. L. 1945. Función de nervios y ojivas en la arquitectura gótica. Investigación y progreso, 6-7, 214-231.
) en contraposición a las teorías decimonónicas de Viollet Le Duc (8(8) Viollet Le Duc. E. E. (1996). La construcción medieval. Madrid: Instituto Juan de Herrera.
).
El funcionamiento estructural de estos elementos ya había quedado en
evidencia después de los daños producidos por los bombardeos de la I
Guerra Mundial sobre las catedrales francesas de Soissons y Rheims (9(9) Gilman, R. (1920). The Theory of Gothic Architecture and the Effect of Shellfire at Reims and Soissons. American Joumal of Archeology, vol. 24, 1, 37-74.
).
). A la derecha, ruina total de la bóveda del crucero norte al final de la contienda. Fotografía de Antonio Labrada (13(13) Labrada Chércoles. A. Archivo fotográfico de la destrucción de la Catedral de Sigüenza entre 1940 y 1950. Consulta en el Archivo General de la Administración (AGA), en el Archivo de la Catedral de Sigüenza, en el Archivo del Instituto del Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y en la revista Reconstrucción. Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, números 11, 12, 22, 24.
).
Entre 1937 y 1940 Torres Balbás llevó a cabo las labores de restauración de las partes dañadas en función de la urgencia de su estado de ruina. Los primeros trabajos se centraron en los muros y contrafuertes de la nave y en el crucero sur. La falta de mano de obra especializada y la economía obligó a dejar las piezas repuestas como sólidos capaces, sin decoración, para que fueran esculpidas en el futuro cuando se contase con buenos canteros. Los cuatro tramos de las bóvedas de la nave presentaban ocho perforaciones en su plementerías, que fueron reparadas colocando las piezas que faltaban. Posteriormente se desyagó su tradós y se reforzó con una capa de cemento, sobre la que apoyarían los nuevos tabiquillos de rasilla de las cubiertas. La bóveda sexpartita del crucero sur, la única del transepto que se conservó completamente original, requirió la reparación de su cubierta, destruida por los cañonazos recibidos y por la caída sobre ella de la parte alta de la torrecilla del Santísimo. Se desescombró el extradós de la bóveda, se desyagó y se reforzó con una capa de cemento sobre la que se construyó la cubierta siguiendo el mismo sistema que en la nave central.
Al final de la guerra la cabecera resultó de nuevo seriamente dañada, perdiéndose las bóvedas del ábside y del crucero norte y central en su totalidad, así como la mitad oriental del presbiterio (figura 3).
En
1940 Balbás redactó el proyecto de restauración de la catedral que
contemplaba la reconstrucción de las bóvedas de la cabecera, la parte
perdida de sus muros de apoyo, y dos de los arcos torales del crucero (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
). Sin
embargo don Leopoldo fue apartado de la obra poco después de la
redacción de este proyecto, siendo sustituido por Antonio Labrada, que
entregó un informe en diciembre de 1940 describiendo el estado del
edificio y el plan de obras a realizar (10(10)
Labrada Chércoles. A. (31 de diciembre 1940) Informe sobre el estado de
las obras. Ministerio de Gobernación. Archivo General de la
Administración (AGA).
): “Hállanse derrumbadas desde
sus arranques las bóvedas que cubren los tramos central y N. del
crucero. En igual estado se encuentran las del presbiterio y el ábside.”
Esta información previa contradecía los planos y el proyecto de Torres
Balbás, sin embargo después matizaba: “La boveda que cubre el
presbiterio, conserva enteros tres de sus paños, aunque habrá que
efectuar reparaciones en la plementería. El resto se halla hundido, como
asimismo todos sus nervios, de los que existen restos que permiten
reconstruirlos con su antiguo perfil. Por suerte se conserva también la
clave -magnifico ejemplar- que aunque algo deteriorada conserva incluso
los enjarjes de los nervios.” Esta descripción detallada confirma que la
mitad Oeste de la bóveda se mantenía en pie, no sus nervaduras pero sí
sus superficies de plementería, información que se puede verificar con
las fotografías conservadas (11(11)
Archilla Salido, P. Archivo fotográfico de la Catedral de Sigüenza
desde 1891 a 1950. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2013).
Consulta en: http://iris.cnice.mec.es/coleccion/Pedroarchilla/.
) y el plano de Torres Balbás (12(12)
Torres Balbás, L. (5 de agosto 1940). Planos complementarios del
Proyecto de Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de
Estado. Archivo General de la Administración (AGA).
) (figura 4). En la descripción afirmaba también que era necesario rehacer el arco perpiaño que separa esta bóveda de la del ábside.
).
En
la bóveda norte del crucero Labrada confirmó que se conservaban tanto
la clave como algunas dovelas de los arranques de la bóveda, tal y como
atestiguan algunas fotografías (13(13) Labrada Chércoles. A. Archivo fotográfico de la destrucción de la Catedral de Sigüenza entre 1940 y 1950.
Consulta en el Archivo General de la Administración (AGA), en el
Archivo de la Catedral de Sigüenza, en el Archivo del Instituto del
Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte y en la revista Reconstrucción. Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, números 11, 12, 22, 24.
), que servirían de modelo para tallar las nuevas.
Para rehacer la bóveda del crucero central era necesario reconstruir los perpiaños oriental y septentrional, que la separan del presbiterio y del crucero norte. La bóveda se rehizo nueva por completo, siguiendo el modelo del crucero de la Catedral de Laon, con una linterna que iluminaba el espacio, completamente diferente a la estructura original que se había derrumbado.
4. MEDIOS UTILIZADOS EN LA RECONSTRUCCIÓN
⌅Una
de las partes más complicadas de llevar a cabo en las obras fueron las
cimbras por su elevado coste, por lo que su uso se evitó en algunos
casos, como en la restauración de las bóvedas de la nave, al tratarse de
reparaciones parciales (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
). Estos
cuatro tramos abovedados, con 25 metros de altura, presentaban
perforaciones en sus plementerías, la mayor de ellas de 4 m2
de extensión. Su reparación se realizó colocando los plementos
arriostrados desde el trasdós de las bóvedas con ayuda de un operario
colgado de una jaula. Un método similar, colocando las dovelas atadas
con cuerdas y pesos desde el extradós, fue propuesto posteriormente por
John Fitchen como posible sistema de ejecución de las plementerías en la
Edad Media para abaratar los medios auxiliares, sin embargo esta
hipótesis parece poco probable si se tienen que construir las
superficies completas (14(14) Fitchen, J. (1981). The Construction of Gothic Cathedrals. A Study of Medieval Vault Erection. Chicago: The University of Chicago Press.
).
Torres Balbás aconsejó este método por tratarse de reparaciones
puntuales, de escasa extensión superficial, pudiendo apoyar las nuevas
piezas en la parte de la plementería que aún se mantenía en pie.
En
la reconstrucción de las bóvedas de la cabecera se optó por el montaje
de grandes cimbras únicamente para los nervios, situadas entre los 18 y
26 metros de altura sobre el suelo del templo. Antes de abordar estos
trabajos se llevaron a cabo las cimbras de los nervios torales, apeadas
desde el suelo de la catedral. Balbás afirmó en su proyecto que las
plementerías de las bóvedas de la cabecera se podrían ejecutar sin
medios auxiliares que descansasen en el suelo, apoyando entre los
nervios ojivos y perpiaños (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
). Los
plementos tendrían como máximo 20 cm de canto, según el arquitecto para
facilitar la construcción, reducir el coste y disminuir los empujes de
la estructura.
Labrada planteó en su informe la dificultad de
llevar a cabo los medios auxiliares para reconstruir las bóvedas, no
solo por su elevado coste, sino también por la escasez de mano de obra
especializada (10(10)
Labrada Chércoles. A. (31 de diciembre 1940) Informe sobre el estado de
las obras. Ministerio de Gobernación. Archivo General de la
Administración (AGA).
). La madera era tan escasa y
encarecía tanto la construcción que para los andamios de muros y torres
se reutilizaron los pares y vigas de madera de las cubiertas originales
desmontadas.
La línea de cornisa, que señala la cota a la que se
debía de colocar la plataforma de apoyo para las cimbras de los nervios,
se sitúa a 20 metros. En vez de construir castilletes y andamios de
madera desde el suelo del templo para dar apoyo a las cimbras, el
arquitecto propuso la construcción de varios castilletes metálicos con
ruedas, de tal forma que una vez terminada una bóveda, los medios
auxiliares se pudiesen reaprovechar en la siguiente, abaratando la obra y
reduciendo los tiempos de ejecución. Estos planteamientos recuerdan los
sistemas de estandarización de las bóvedas medievales, donde los
nervios de los distintos tramos de abovedamiento se diseñaban con la
misma curvatura para poder reutilizar las cimbras en los tramos
siguientes, reduciendo los medios auxiliares al poder trasladarlos para
ejecutar las nuevas bóvedas. Sin embargo este tipo de recursos no fueron
empleados en la catedral seguntina, tal y como veremos más adelante,
limitándose a reaprovechar los castilletes, pero no las cimbras. En las
fotografías de la obra (13(13) Labrada Chércoles. A. Archivo fotográfico de la destrucción de la Catedral de Sigüenza entre 1940 y 1950.
Consulta en el Archivo General de la Administración (AGA), en el
Archivo de la Catedral de Sigüenza, en el Archivo del Instituto del
Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte y en la revista Reconstrucción. Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, números 11, 12, 22, 24.
)
podemos constatar que al menos los castilletes empleados para el apoyo
de las cimbras de la cabecera, eran de madera y sin ruedas (figura 5).
).
En
la fotografía de Archilla Salido del proceso de construcción de la
bóveda del ábside se pueden ver las cimbras realizadas para el montaje
de los nervios, con pequeños listones de madera clavados cada 40 o 50 cm
en sus laterales, impidiendo así los movimientos de las dovelas fuera
de su plano vertical durante su colocación (11(11)
Archilla Salido, P. Archivo fotográfico de la Catedral de Sigüenza
desde 1891 a 1950. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2013).
Consulta en: http://iris.cnice.mec.es/coleccion/Pedroarchilla/.
).
Los pies derechos y arriostramientos de la zona central permitían la
colocación de tablones formando pequeñas plataformas de trabajo que se
irían moviendo dependiendo del desarrollo de las obras. En la zona
izquierda, a continuación de la última hilada de plementería ya
terminada, hay una viga de madera apoyada sobre los castilletes
auxiliares. Éste debió ser el tipo de apoyo empleado para la ejecución
de las plementerías, que marcaba la dirección de la hilada y a su vez
permitía apoyar los plementos hasta que la hilada se cerraba y los
morteros de cal fraguaban ligeramente, pudiendo ser autoportante (figura 6).
Este sistema tan sencillo evitó la fabricación de grandes cimbras para
las plementerías y probablemente se asemeja a los métodos utilizados en
la Edad Media (15(15)
Maira Vidal, R. (2016). Sistemas auxiliares para la construcción de las
bóvedas europeas en el gótico primitivo: características y evolución.
En R. Fernandes Póvoas y J. Mascarenhas Mateus (Eds.), Actas del II Congresso Internacional de História da Construçáo Luso-Brasileira. Culturas Partilhadas Vol. II (pp. 855-866). Porto: Centro de estudos de Arquitectura e Urbanismo. Facultade de Arquitectura de la Universidade de Porto.
).
).
Los
trabajadores que colaboraron en las primeras obras, antes de 1940 y
dirigidas por Torres Balbás, procedían de la localidad y contaban con
conocimientos previos en albañilería: albañiles, mamposteros y canteros.
El único operario foráneo era el encargado de la obra (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
). Sin
embargo para la reconstrucción de las bóvedas de la cabecera, Balbás
preveía un mayor gasto en operarios al ser imprescindible una mayor
cantidad de personal cualificado, dada la dificultad de los trabajos. La
mayor especialización de la mano de obra no era necesaria para el
montaje de las bóvedas, los muros o los arcos de apoyo, sino para
realizar las labores de talla de las dovelas, arcos y ventanales, así
como para la ejecucion de las cimbras. Ambos trabajos eran muy delicados
y requerían la participación de personal con conocimientos específicos,
inexistente en la localidad. Labrada también consideraba que los
trabajos de mayor importancia, en cantidad y calidad, eran aquellos
relacionados con la cantería. En su informe proponía la participación de
los trabajadores empleados en ese momento en la reconstrucción del
ferrocarril, prisioneros de guerra, para realizar el trabajo en la
cantera, organizados bajo el mando de un capataz de la localidad
conocedor de la cantera. Este tipo de mano de obra permitiría reducir
los costes de la obra (10(10)
Labrada Chércoles. A. (31 de diciembre 1940) Informe sobre el estado de
las obras. Ministerio de Gobernación. Archivo General de la
Administración (AGA).
). Labrada señaló el problema de
escasez de mano de obra especializada, necesaria para verificar la labra
de los sillares a pie de obra. Solo había 6 canteros en la localidad,
aunque el arquitecto suponía que el comienzo de los trabajos atraería a
otros de la región, mientras que al resto habría que traerlos desde
otras zonas de España. Ya en los años 40 las técnicas tradicionales
estaban en declive: “..., con el deseo de que su terminación contribuya a
restaurar una técnica constructiva casi olvidada,...” Labrada confirmó
que se realizarían plantas, secciones, detalles y alzados para
desarrollar el trabajo de cantería, que requeriría la elaboracion de
plantillas a escala natural para relizar la talla de las piezas, tal y
como se hacía en la Edad Media (16(16)
Labrada Chércoles, A. (7 de septiembre 1943). Planos del Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza (2ª fase). Ministerio de la
Gobernación. Archivo General de la Administración (AGA).
).
Las canteras se situaban a 1 Km de la localidad, aunque parte de los caminos estaban en mal estado, lo que sin duda debió de complicar y retrasar el transporte de la piedra.
Los nervios de las bóvedas se rehicieron aprovechando las dovelas que quedaron en buen estado después del derrumbe, así como dos de las claves, las de las bóvedas sexpartitas. Sin embargo buena parte de las piezas tuvieron que ser talladas de nuevo reproduciendo el perfil de las conservadas. Aquellas dovelas de las que no se conservaba ninguna pieza original, se tallaron sin molduras, al no disponer de la información necesaria para poder reproducirse.
En 1943 Labrada redacta un nuevo proyecto para la
segunda fase de la restauración de la catedral donde añade una
descripción de los trabajos ya ejecutados, entre los que se encuentran
la reconstrucción de todas las bóvedas de la cabecera, a excepción del
crucero central, que se encontraba a mitad del proceso (17(17)
Labrada Chércoles, A. (7 de septiembre 1943). Memoria del Proyecto
Reformado al de Restauración de la Catedral de Sigüenza (2ª fase).
Ministerio de la Gobernación. Archivo General de la Administración
(AGA).
). Los detalles del presupuesto permiten
comprobar que las actividades más caras, además de los andamios, son los
rejuntados, la extracción de la cantera, las ejecución de las bóvedas y
la talla de sillería.
Una de las decisiones tomadas en obra, no prevista en el proyecto, fue la realización de la decoración en los elementos repuestos en la obra, lo que requirió la contratación de escultores y yesistas para hacer los modelos previos a la talla, que aumentaron notablemente el presupuesto inicial.
En este nuevo proyecto se preveía la reconstrucción tanto del perpiaño como de dos de los nervios de la bóveda de la nave situada sobre el coro, es decir, el primer tramo desde el crucero. Para ello se previó diponer también de cimbras apoyadas en medios auxiliares que se levantarían desde el suelo del templo.
5. DETERMINACIÓN DE LAS BÓVEDAS ORIGINALES Y LAS RECONSTRUIDAS
⌅Torres Balbás planteó en principio el desmontaje de las partes ruinosas de las bóvedas que habían quedado en pie:
“En
casi todos los muros y bóvedas que deben reconstruirse habrá que
desmontar previamente las partes que están ruinosas por efecto de los
obuses. En algunos lugares se halla la sillería completamente
pulverizada. Así: en la torre Sur de la fachada, en la torre del
Santísimo, en el brazo norte del crucero y en el ábside. En el
presbiterio, o sea en el tramo que precede al ábside, se conserva una
parte de la bóveda que lo cubría, aunque caídos sus arcos ojivos; parte
de ella deberá derribarse por su estado ruinoso; si fuera posible, se
aprovecharía el resto.” (5(5)
Torres Balbás. L. (31 de julio 1940) Memoria del 2º Proyecto de
Restauración de la Catedral de Sigüenza. Junta Técnica de Estado.
Archivo General de la Administración (AGA).
).
A partir de estas afirmaciones se podría considerar que la bóveda del ábside fue completamente reconstruída, desmontando previamente los tres paños de plementería suspendidos en el aire, puesto que amenazaban ruina.
Entre 1941 y 1942 Antonio Labrada realizó la reconstrucción
del ábside, quedando pendientes las bóvedas del presbiterio y crucero.
En abril de 1942, en la revista Reconstrucción, publicada por la
Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, el arquitecto
publica un pequeño artículo donde aparece una fotografía de la bóveda
del presbiterio, aún en ruinas con sus tres cuarteles de plementería
occidentales en pie (18(18) Labrada Chércoles, A. (1942) La Catedral de Sigüenza. Reconstrucción. Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, 22, 153-160.
).
La leyenda de la fotografía afirma “plementería consolidada en el
presbiterio”, de donde se puede deducir que la intención del arquitecto
es mantener esta mitad y reconstruir la mitad oriental desparecida. Sin
embargo no se puede confirmar esta información, porque en el siguiente
informe, que data de 1943, Labrada no hizo referencia a las actividades
ya terminadas, ni especificó con detalle las partidas de la obra
ejecutadas (17(17)
Labrada Chércoles, A. (7 de septiembre 1943). Memoria del Proyecto
Reformado al de Restauración de la Catedral de Sigüenza (2ª fase).
Ministerio de la Gobernación. Archivo General de la Administración
(AGA).
). A pesar de que los indicios sugieren que la
parte occidental de esa bóveda es original, los investigadores
posteriores, como Juste Ballesta (19(19) Juste Ballesta, J. (2007). Transformación y Restitución de la Catedral de Sigüenza y su entorno urbano (Tesis doctoral). Universidad Politécnica de Madrid.
) y Muñóz Párraga (20(20) Muñoz Párraga, M.C. (1987). La Catedral de Sigüenza (Las fábricas románica y gótica). Guadalajara: Publicaciones del Cabildo de la S.I.C.B. de Sigüenza.
), consideran que esta bóveda fue reconstruida en su totalidad.
Para
llevar a cabo el análisis constructivo de las bóvedas sexpartitas de la
Catedral de Sigüenza para mi tesis doctoral realicé un levantamiento
pormenorizado de la cabecera con estación total láser, definiendo el
despiece completo de sus bóvedas (figura 7). El trabajo de campo se alargó durante 17 días, lo que me permitió analizar in situ las bóvedas pieza por pieza (21(21) Maira Vidal, R. (2015). Bóvedas sexpartitas. Los orígenes del gótico (Tesis doctoral no publicada). Universidad Politécnica de Madrid. http://oa.upm.es/40989/.
). El visor de la estación total, con 42 aumentos, hizo posible la observación de las dovelas y plementos con detalle.
De
esta forma detecté numerosas marcas realizadas por los canteros en la
reconstrucción, en forma de “R” de aspecto mecanográfico, que indican
qué zonas o elementos se han reconstruido. También encontré la
numeración de buena parte de las piezas, fundamentalmente plementos,
realizada con pintura, y que sin duda hizo posible el control de las
piezas y de su colocación de forma correcta. Este tipo de numeración
puede apreciarse en los laterales de las dovelas de los nervios en las
fotografías de las bóvedas que Pedro Archilla realizó durante las obras
de restauración (11(11)
Archilla Salido, P. Archivo fotográfico de la Catedral de Sigüenza
desde 1891 a 1950. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2013).
Consulta en: http://iris.cnice.mec.es/coleccion/Pedroarchilla/.
).
Ambos tipos de señalización me han permitido definir las zonas
reconstruidas frente a las originales, de especial importancia en la
bóveda del presbiterio, donde no contamos con una confirmación
documental de los procesos de restauración finalmente adoptados.
En el plano de la figura 8
se han señalado las marcas detectadas en la bóveda del presbiterio. Se
concentran en su mitad oriental, lo que nos permite confirmar que su
mitad Oeste fue finalmente consolidada y es original. Los nervios son
casi todos nuevos, con excepcción de las primeras 5 o 6 piezas desde la
cornisa, tal y como se aprecia en las fotografías (13(13) Labrada Chércoles. A. Archivo fotográfico de la destrucción de la Catedral de Sigüenza entre 1940 y 1950.
Consulta en el Archivo General de la Administración (AGA), en el
Archivo de la Catedral de Sigüenza, en el Archivo del Instituto del
Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte y en la revista Reconstrucción. Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones, números 11, 12, 22, 24.
). La clave, tal y como indican Torres Balbás y Labrada, es original.
La bóveda del crucero norte fue completamente reconstruida. En ella no se conserva numeración, solo se han encontrado marcas de cantería representando una “R”. Esta marca aparece tanto en las dovelas de los nervios como en las plementerías (figura 8). Solo se conservan originales las dos o tres primeras dovelas de cada nervio. La clave resistió la caída, según afirman ambos arquitectos en sus informes, sin embargo su aspecto es nuevo, por lo que no se ha podido confirmar si se trata de la pieza original restaurada o si por el contrario es una pieza nueva.
Las bóvedas del ábside y del crucero central son completamente nuevas, la primera cuenta con numeración en sus piezas, que aparece en las fotografías de Archilla (figura 6), mientras que la segunda presenta decoración franquista en su clave. La única bóveda original conservada en su totalidad es la del crucero sur.
El cromatismo de la piedra utilizada en los años 40, arenisca con vetas rojizas, permite también diferenciar las zonas reconstruidas frente a las originales (figura 2). La piedra original presenta tonos mucho más pálidos.
6. DESACUERDOS ENTRE LAS BÓVEDAS ORIGINALES Y LAS RECONSTRUIDAS
⌅El análisis geométrico comparativo de las bóvedas sexpartitas de la cabecera, tanto de las originales como de las reconstruidas, permitió detectar importantes diferencias entre sus monteas. La bóveda original del crucero sigue los parámetros definidos por la tipología representada por la Catedral de París. Su nervio central es semicircular y se peralta aproximadamente 2,70 metros por encima de la línea de cornisa. Los nervios diagonales son semicirculares pero no están peraltados, sus centros están a la altura de la cornisa, tal y como ocurre con los nervios perpiaños, aunque en este caso son arcos apuntados (figura 9). La sobreelevación del nervio de través implica que fueron necesarias dos plataformas de apoyo a distintas alturas para las cimbras, una para la construcción de los nervios diagonales a la altura de la cornisa, a 20 metros del suelo, y la otra 2,70 metros por encima de ésta última, a la cota en la que termina el peralte del nervio central. La forma cupulada de esta bóveda, como la de las bóvedas de la catedral parisina, son propias de las primeras estructuras góticas, con volumetrías características del románico.
La bóveda del crucero norte era igual a la del crucero sur, sin embargo Labrada no debió estudiar a fondo la geometría de la bóveda gemela conservada, donde podían observarse las formas rotundas de los arcos, semicirculares y apuntados. Por el contrario el arquitecto debió situar la altura de la clave central y posteriormente trazó arcos ligeramente apuntados desde los arranques, que conservaban ocho o nueve dovelas originales, llegando a la altura deseada. La bóveda reconstruida presenta nervios diagonales ligeramente apuntados y el nervio central apuntado y peraltado únicamente 2,10 metros sobre la línea de cornisa, el peralte incompleto que marcaban las dovelas conservadas en los arranques. La clave está situada 1,25 metros por encima de su cota original, probablemente como resultado de igualar su altura con la clave de la bóveda sur, lo que provocó que no se pudiese alcanzar su altura con arcos semicirculares (figura 9).
La
bóveda del presbiterio debía corresponder a la misma tipología que las
de los brazos cruceros, tal y como indica el gran peralte del nervio
central que se percibe en las fotografías de la ruina gracias a las
dovelas conservadas en los arranques. Las bóvedas sexpartitas cuentan
con dos tipologías geométricas principales, o bien el arco central es
apuntado y se peralta escasos 30 cm, para emplear la misma curvatura en
todos los nervios, o por el contrario se utiliza un arco semicircular,
peraltado más de 2 metros y con una curvatura distinta al resto de
nervios de la bóveda (2(2)
Maira Vidal, R. (2017). The evolution of the knowledge of geometry in
Early Gothic construction: the development of the sexpartite vault in
Europe. International Journal of Architectural Heritage, vol. 11, 7, 1005-1025. https://doi.org/10.1080/15583058.2017.1332254.
).
Las fotografías antiguas nos permiten comprobar que las seis o siete
dovelas del arco central que se conservaron se situaban verticales, es
decir, formaban parte del peralte, que alcanzaría aproximadamente 2
metros, ya que cada dovela tiene aproximadamente 30 cm de largo. Estos
datos permiten afirmar que la geometría original de este arco era
semicircular, y que este peralte permitiría alcanzar la altura de la
clave central con esta geometría. Aunque la clave se precipitó al suelo,
las plementerías que la rodeaban se mantuvieron en pie, lo que permitía
conocer su altura. Labrada ignoró estas características geométricas y
de nuevo trazó arcos apuntados desde el peralte consolidado, 1,15
metros, que estaba incompleto por lo que la bóveda perdió su geometría
original. El resultado es una solución ambigua, a caballo entre las dos
tipologías de sexpartita posibles (figura 10).
Al no haber respetado la geometría medieval, la estandarización entre los distintos nervios existente en la bóveda original no se ha conservado. En la bóveda del crucero sur la curvatura utilizada para definir los nervios diagonales y perpiaños es la misma, lo que permitió simplificar la ejecución de la bóveda y el diseño de los medios auxiliares. Las bóvedas de Labrada se hicieron con curvaturas diferentes para todos los nervios.
El trabajo de cantería fue cuidadoso, ya que las dovelas nuevas se realizaron respetando tanto el perfil de las originales como su longitud, bastante corta, característica del protogótico. La talla de las dovelas no se realizó con baivel sino con escuadra porque se trataba de piezas rectas, sin curvatura, tal y como se labraron en el siglo XIII.
La bóveda del ábside se derrumbó en su totalidad. En las fotografías puede apreciarse que sus dos ventanales situados en la parte norte cayeron por completo, incluyendo los arranques de los nervios de la bóveda y sus apoyos. Sin embargo, los cinco restantes, situados hacia el Este y el Sur, se mantuvieron en pie, conservando los dos orientales las primeras seis y ocho dovelas de sus nervios desde la cornisa. Labrada debió definir la forma de sus nervios teniendo en cuenta la curvatura de los arranques que aún estaban en pie, describiendo arcos apuntados hasta alcanzar la altura de la clave, siguiendo el mismo criterio que en la bóveda del crucero Norte. La posición de la clave original, perdida en el derrumbe, podía determinarse al ser conocida su situación en planta y la forma apuntada de sus nervios.
7. LA INVENCIÓN DE LA BÓVEDA DEL CRUCERO CENTRAL
⌅No
se conoce la morfología de la bóveda del crucero central original, que
fue levantada junto con las dos bóvedas sexpartitas del brazo transepto
en el siglo XIII. Muñóz Párraga opina que se habría cerrado con otra
bóveda sexpartita (20(20) Muñoz Párraga, M.C. (1987). La Catedral de Sigüenza (Las fábricas románica y gótica). Guadalajara: Publicaciones del Cabildo de la S.I.C.B. de Sigüenza.
),
aunque es extraño encontrar esta tipología en los cruceros centrales,
donde si es más habitual el uso de octopartitas, como en la Catedral de
Laon, con dos nervios formeros por cada uno de los cuatro lados de la
bóveda. En el siglo XV el Cardenal Mendoza sustituyó la bóveda
protogótica del crucero por la bóveda cuatripartita que se destruyó en
la Guerra Civil, tratando de solucionar los problemas de estabilidad que
presentaba la estructura. El derrumbe de la bóveda de Mendoza permitió
descubrir los fustes de apoyo de la bóveda original en las cuatro
esquinas, tal y como menciona Torres Balbás en sus informes. Estos
fustes se pueden ver en las fotografías conservadas (figura 12).
Fueron comunes en las bóvedas octopartitas que se elevaban sobre el
crucero para introducir luz en la iglesia a través del cimborrio. Sin
embargo solo se conservan los de las esquinas, y las octopartitas
requieren otros cuatro fustes añadidos, uno en el centro de cada lienzo
de apoyo para dar respuesta a los soportes entre los dobles formeros. La
ausencia de fustes centrales podría indicar que la bóveda protogótica
no era octopartita, sino cuatripartita, elevada a una cota bastante más
alta que la bóveda de Mendoza.
En el proyecto de 1942, Labrada
plantea la solución a adoptar para la reconstrucción de la bóveda del
crucero, que tuvo que detenerse a mitad de su ejecución por agotarse el
presupuesto (17(17)
Labrada Chércoles, A. (7 de septiembre 1943). Memoria del Proyecto
Reformado al de Restauración de la Catedral de Sigüenza (2ª fase).
Ministerio de la Gobernación. Archivo General de la Administración
(AGA).
). Se plantea la posibilidad de rehacer la
supuesta solución original de la bóveda protogótica o por el contrario
rehacer la bóveda cuatripartita del Cardenal Mendoza a partir de los
arranques conservados. En el proyecto se declina por la realización de
una bóveda sexpartita apoyada sobre la cornisa original, siguiendo el
diseño del resto de sexpartitas de la catedral, solución que justifica
para devolver la antigua silueta exterior al edificio. Sin embargo
Labrada cambió la solución durante las obras, optando por una bóveda
octopartita (figura 11),
similar a la de la Catedral de Laon. En todo caso se trata de una
hipótesis sobre la morfología de la bóveda original del siglo XIII que
no puede ser confirmada.
La bóveda octopartita de Labrada, a menudo mal representada con arcos rebajados (22(22) Juste Ballesta, J., Barceló de Torres, E. (2006). La Catedral de Sigüenza, la puesta en práctica de un plan director. Madrid: Lunwerg Editores.
),
es una bóveda muy estilizada, con arcos apuntados que permiten una
elevación añadida a la del cuerpo del crucero sobre el que se levanta,
alcanzando su clave los 36,62 metros de altura (figura 12).
El diseño de la escultura de sus elementos indica su factura en plena
postguerra, tal y como señala el escudo franquista en la tortera de la
clave, lo que permite distinguir esta parte de la reconstrucción a
simple vista.
).
8. CONCLUSIONES
⌅La falta de documentación técnica una vez terminadas las obras de restauración en la Catedral de Sigüenza no hacía posible la distinción entre las partes originales y las reconstruidas. En algunas zonas de la estructura, como la bóveda del presbiterio, cuya mitad occidental resistió los bombardeos aunque presentaba serios daños, no era posible conocer si se había reconstruido en su totalidad o se habían consolidado las fábricas originales. Los investigadores que han estudiado la catedral hasta la fecha la consideraban completamente reconstruida.
El estudio pormenorizado de estas bóvedas a partir de la medición con estación total láser me ha permitido detectar y señalar las marcas en las piezas reproducidas a partir del perfil de las dovelas originales y la numeracion utilizada por Antonio Labrada para organizar la colocación de dovelas y plementos. De esta forma se han podido determinar las zonas reconstruidas, pudiendo concluir que la mitad occidental de la boveda del presbiterio fue consolidada y es original.
Por otro lado la comparacion de la geometría y construccion de las bovedas reconstruidas frente a la boveda original del crucero sur, me ha permitido concluir que las bóvedas se rehicieron sin apoyarse en estudios previos. No se utilizaron las geometrías propias de esta tipología, caracteristica importante ya que las asocia con la Catedral de Notre Dame de París y permite establecer el área de influencia de la catedral en la Edad Media, que conecta el edificio protogótico con la Île de France y el sur de la región de la Picardía francesa. Las geometrías utilizadas por Labrada son ambiguas y confusas, lo que indica que el conocimiento de los procedimientos constructivos medievales era todavía muy limitado en la postguerra.
A pesar de los desacuerdos con las bovedas originales, la reconstruccion de Sigüenza resulta un buen ejemplo, donde los medios disponibles dificultaron enormemente las obras pero los criterios de restauracion permitieron devolver el esplendor a la catedral, con ciertas dudas sobre la invención de la boveda del crucero, que sin embargo permitió una mayor entrada de luz en el edificio, ya de por sí oscuro.